Después de pensar y reflexionar sobre este comentario llegué a una conclusión particular que quisiera compartir con mi público lector.
Tijuana habría que rescatar a las putas. Recordemos que Tijuana nace por "error", es decir, Tijuana nace a raíz de la ley seca en EU, ésta se enfrenta al gran dilema del estadunidense que crea una frontera de alcohol, putas y burdeles. Hoy por hoy la sociedad margina y relega a la mujer que decide ofrecer sus servicios como sexo servidora, se le ve mal, se le juzga, se le margina, se le vilipendia. Gracias a las putas tenemos gran parte de la economía en Tijuana, cuando el turista viene consume en bares, restaurantes, hoteles, etc., pero es gracias a la magnífica labor que hacen estas mujeres que obtenemos de ellos el crecimiento económico que tenemos. (Claro, sin mencionar la situación actual donde el turista tiene miedo a venir pensando que será secuestrado o balaceado en algún lugar de la ciudad.
¿Por qué no respetamos a estas mujeres y les damos el lugar que merecen?
Ser mujer o ser hombre no es fácil, y más cuando hay bocas que mantener y una vida que realizar para salir adelante, cuando la mujer elige este tipo de vida, así como la ama de casa que se somete a los deseos de un marido, que igual se vuelve puta en la cama y en la mesa, ¿por qué entonces tendríamos que respetar a la mujer casada y no a la puta?
"Para ser puta", me ha dicho una amiga, "hay que tener mucho coraje, aguantar los humores de un viejo borracho, apestoso, y quizá hasta violento, o bien, saborear un buen cuerpo de un muchacho en plena pubertad o de un hombre limpio y amable. Ser puta no es sólo el placer que tenemos al tener sexo con un cliente, ser puta significa perder tu identidad como mujer para someterte como objeto sexual, pero, ?qué mujer no hace eso en determinado momento de su vida, casada o soltera?"
Rescatemos a las putas y hagamos altares como lo declara Sabines en "Canonicemos a las putas", construyamos un lugar ideal para ellas, donde se sientan seguras, donde se les respeten igual que una maestra, una secretaria o una monja. Lo que pasa con México es la doble moral, una doble moral de la que predican los diputados frente a los curules y se compran una muchacha en la esquina como puta. Las putas tienen los mismos derechos como seres humanos, como mujeres que son, como trabajadoras. Hagámosles una ley que las ampare, que las proteja y regulemos esta situación para que sigan sirviendo al mundo.
En Tijuana si eres sorprendida, vestida con ropas poco ordinarias, con finta de estar ligando en alguna esquina y no posees tu carnet de salubridad, la policía puede levantarte y llevarte a la cárcel por no estar agremiada y regulada bajo el Sector de Salubriad. ¡Aguas! niñas.
Si las putas le han dado a Tijuana el renombre que tenemos, ¿por qué no, al menos, darles el respeto que merecen como mujeres?
Hagamos labor y rescatemos a las putas, prostitutas y pirujas. Uno nunca sabe dónde las hay, además de la zona, también las encuentras en casa, en el trabajo, en la escuela, en las iglesias y en los conventos.