No cabe duda que el que madruga el dios le ayuda...
Después de una larga noche de farra, viernes para ser exactos 13 de febrero, el barecito que abarrotamos esa noche con nuestros amigos festejando nuestros cumpleaños Yo y Xuxo en Ruben Hood, (excelente bar), nos corrió a las 2am, así que buscamos seguir festejando aunque fuese sin nuestros amigos.
Xuxo y yo decidimos que era conveniente ir a los barrios bajos de arrabal del centro de la ciudad, llegamos haciendo la primera parada en Dandys ubicado en calle 6ta. Dandys ha sido uno de los grandes íconos de Tijuana en las noches de bar, es conocido mundialmente por cuanto turista llega a nuestra ciudad.
A esas horas de la madrugada es un caos encontrar un estacionamiento que no esté abarrotado así que no nos quedó de otra más que dejar el coche en el estacionamiento más cercano, en la calle cuarta y Constitución.
Nuestro asombro fue impactante, era viernes y la avenida Revolución estaba prácticamente vacía, locales cerrados con letreros de se renta por día, por semanas, por mes. En algún momento llegué a pensar que todo estaría lleno, cientos de personas en las calles, los meseros obligándote a entrar a sus bares, como es costumbre en Tijuana, pero no, nada de eso fue real, al menos no en esa noche.
Cuando entramos al Dandys nos dimos cuenta de la cantidad de gente que había en el lugar, estaba retacado, no cabía ni un alma más en ese lugar de perdición fascinante, aún así entramos esperando que llegase un amigo con su séquito de vírgenes a acompañarnos. Pedimos una cerveza y nos pusimos a observar la dinámica del lugar, entre risas, comentarios y el ruido estruendoso de la rocola. El Dandys ya no era ese lugar de arrabal, ya no más un lugar para los mundos bajos y la gente bohemia, el bar ahora se había convertido en un PUB, la gente, la música, la marca de bebidas en sus aparadores, todo era totalmente fresa, estábamos en un bar posmoderno que rompió sus estructuras para volverse un lugar para fresas de Tijuana y turistas varios, qué desilusión.
Ahora, ¿adónde podía ir la gente que frecuentaba esos lugares sintiéndose parte del pueblo, sabiendo tranquilo el ambiente entre la música pega y rasga de la rocola, pidiendo una cerveza caguama?
El Dandys perdió su identidad y la gente se apoderó de ello, la gente joven, los fresas, los juniors wanna be de las colonias de Tijuana se apoderaron de él.
Pero claro, la crisis es crisis y la mercadotecnia una forma de sobre vivir la crisis actual.
En la cantina, lo más sorprendente fue encontrar botellas de licores extranjeros, Vodka Absolut, Smirnoff, ginebra Beefeater, tequila Don Julio, etc.
Cuando Xuxo y yo nos dimos cuenta supimos que ya no era nuestro contexto, nuestro entorno, nuestro lugar de origen e identidad. Afortunadamente los dioses del Olimpo nos rescataron y mandaron a uno de sus secuaces a sacarnos de ese ahora maldito lugar afresado.
Malher un amigo en común estaba justamente cruzando la acera en otro barecito El cuatro amigos, a un lado del Bar La Estrella, nuestras plegarias arrabalescas habían sido escuchadas, dejamos al otro amigo con su séquito de vírgenes fresas en su mundo de cristal y nos largamos de ese lugar, adiós, Dandys, adiós a lo que algún día fue y que afortunadamente nos tocó vivir, verlo crecer, verlo ser y ahora, lamentablemente, verlo morir.
Y claro, todo tiene un final feliz, El 4 amigos era justo lo que debe ser un bar de arrabal, pisos sucios, lugar maloliente, gente con caguamas en sus mesas, música deprimente de desamor y olvido, el típico borracho en la barra que la toma como almohada para dormir su borrachera, el desfile de cucarachas sobre la barra yendo de un lado a otro, esto es un verdadero bar, sin poses, ni pretensiones, un bar de mundos bajos donde no importa la condición social ni económica de la gente que lo visita. El amanecer ese día fue especial, excelente compañías, una buena peda y un bar con olor a realidad.
En Tijuana todo es posible
A esas horas de la madrugada ninguna taquería queda por lo general abierta, así que decidimos pasar al 24horas frente al Hospital San Francisco, ordenamos nuestra carne asada y discutimos los cambios de Tijuana en sus bares y su gente a esas horas del día. Después de un cigarro partimos a nuestras casas, tomamos el bulevar y nos tocó, por fortuna, el semáforo en rojo frente a la congregación Pare de Sufrir, esa llamada religión brasileña que no hacen otra cosa más que apendejar a la gente. Lo curioso de todo es que en punto de las 5am las puertas ya estaban abiertas al público, gente joven esperando en la puerta vestidos con traje, en el estacionamiento un par de coches nuevos de buena marca y otros tantos no tanto.
La necesidad de la gente por creer en algo o en alguien cada vez es mayor, encuentran solución a la vida actual que llevan, están inmersos en el consumismo y capitalismo de esta posmodernidad que lleva al país y al mundo entero a un desgaste de identidades.
Mientras esa gente llega a su iglesia a parar de sufrir yo llegaba a la mía también dejando de sufrir por la desvelada, la bohemia y la embriagues que cargaba en mí.
Ese día es uno de tanto en los que agradezco ser ateo, donde nada me limita, nada me margina, nada me reprime, sólo busco estar y ser lo que quiero en el momento que quiero.
Pare de sufrir y vaya un día un fin de semana a desahogar sus penas donde sí le escuchan, paga poco y sale contento.