En una de esas tantas noches de folclor mexicano, o bien, tijuanense, nos dispusimos a buscar un lugar agradable para convivir y beber en la región más transparente: Otay. Un empresario, un abogado, nuestra consejera espiritual, una madre teibolera frustrada en noche de soltería, un taxista lujurioso y un literato desquiciado.
Llegamos a nuestra primera parada: El Coyote, la desilusión más fuerte fue cuando al llegar nos dijeron que sólo teníamos una hora para consumir, a las 12am cerraban. Escandalizados por la tardeada nos dirigimos a Monkeys que está cerca de la casa magna de estudios de Baja California: UABC. Ahí nos corrieron a las 2am, pero nos dejaron al menos 4 horas a gusto para platicar, criticar a la gente que se fue yendo y beber sin excusa. La madre teibolera frustrada estaba totalmente en ambiente quería seguirle, el taxista lujurioso ni se diga, al empresario, al abogado, a nuestra consejera espiritual y al literato desquiciado nunca los ha detenido ni el horario ni las ganas de seguir en la parranda.
-Hay que salir de viaje, yo tengo boletos baratos para los barrios bajos, vayamos hasta Hawaii- dijo el empresario viendo la cara de satisfacción de cada uno de los comensales.
Abordamos cada quien nuestro coche, el taxi libre, la Comander Vintage y la reliquia de un Mystique. Recorrimos la ciudad hasta bajar a la zona norte, lo más interesante, Kitsch y productivo de Tijuana. Como buenos ciudadanos confiados dejamos los coches estacionados en plena vía pública sin necesidad de pagar nada, las putas y chichifos cuidarían de ellos.
Ir a Hawaii es en verdad toda una aventura a un país fuera de serie, en la entrada un policía regordete nos invitó a pasar así, sin más ni menos; las cortinas de lona gruesa de colores en tiras grandes verticales nos llamaron hacia adentro. El olor era peculiar, el sonido estruendoso, las miradas furtivas nos vieron llegar, nos escaneaban como bichos raros, (éramos raros), los meseros, cual si nos reconocieran gente de realeza nos consiguieron mesa para todos, ordenamos la primera cubeta con cerveza y nos dispusimos a disfrutar del ambiente internacional de aquel país tan exquisito. Laura León nos cantaba en el escenario.
Las luminarias de la vida galante comenzaban a aparecer en el escenario a cada tanda de música y tiempo, desde Laura León, Jenny Rivera, Ricky Martín que lo único que hacía era medio bailar y medio desnudarse en el piso del escenario, Mónica Naranjo entre otras. La velada, o mejor dicho, la desmadrugada de ese día fue espectacular.
La vida nocturna de estos lugares es muy peculiar, no sólo por su dinámica, sino por su gente, el ver a todo tipo de gente en estos lugares. Nosotros fuimos a disfrutar de algo diferente, pero la gente que comúnmente va ahí es gente que va a lo ordinario, a su hábitat, difícilmente se puede encontrar gente heterosexual que disfrute de esta panorámica social tijuanense; sin embargo, ver a los albañiles tomados de la mano con su amante, a chavitos de escasos estratos culturales con su cabello teñido con blanqueador besándose en las esquinas con algún hombre mayor, bigotón, con botas y tejana; a los travestis que personifican a su ídolo musical, o a las vestidas que se contonean al pasar por la barra esperando que alguna mano, o varias, logren alcanzarle el culo para sentirse deseados. Estos lugares deben ser sagrados, es decir, deben mantenerse para este tipo de gente que los frecuenta como un restorán común, aún son afortunados de no ser saqueados por los "fresas" que arrebatan lo que a los demás les pertenece. Lugares como estos en esta zona deben permanecer libres de juicio y permitirnos entrar a sus mundos de vez en vez a ser parte de una dinámica social que nos enriquece como entes adaptados sociales.