LA MUJER Y LA SEXUALIDAD
Por Abyss Borboa-Olivera
¿La mujer? ¿Qué es la mujer?
“Es muy sencillo, dicen los aficionados a las fórmulas simplistas: es una matriz, un ovario; es una hembra, y basta esa palabra para definirla. En boca del hombre el epíteto “hembra” suena como un insulto y, sin embargo, no tiene vergüenza de su propia animalidad y se siente orgulloso, por el contrario, si dicen que él que “es un macho” el término hembra no es peyorativo por el hecho de que se enraíza a la mujer en la naturaleza, sino porque la confina dentro de los límites de su sexo, y si ese sexo le parece al hombre despreciable y enemigo aun entre las bestias inocentes es, sin duda alguna, a causa de la inquieta hostilidad que suscita en él la mujer, a ese sentimiento.
Simon de Beauvoir; El segundo sexo.
Hablar de la mujer como hombre podría figurarse como un discurso algo machista, como un empoderamiento del discurso masculino sobre la mujer; pero hablar como artista me otorga el privilegio de poder elaborar un discurso donde la mujer cobra un sentido importante en mi trabajo como artista. El erotismo femenino que planteo parte de la necesidad de hablar de la sexualidad, una sexualidad cuyo sentido es cobrado al reelaborar los placeres y deseos de la mujer.
Los llamados estudios de género exploran la construcción cultural de la diferencia sexual en todos sus ámbitos: político, económico, subjetivo y simbólico. La perspectiva feminista, en tanto crítica cultural, se articula repensando los saberes disciplinarios en referencia con la postulación de un “sujeto femenino”. Ha sido a partir y a contrapelo de la antropología, el psicoanálisis, la economía política, la lingüística, la historiografía y la filosofía donde el feminismo contemporáneo ha articulado un discurso teórico sobre el genero y la subjetividad femenina. En su desarrollo, esta perspectiva se ha desplazado de la referencia anclada en la diferencia sexual como oposición esencial y universal entre los sexos, para dar lugar a una visión epistemológica que concibe a la subjetividad y su relación con la sociedad de manera compleja. Se trata de una subjetividad constituida no solamente por la diferencia sexual sino más bien por el problemático entrecruzamiento de lenguajes y representaciones culturales.
Toda representación de género en la cultura, desde las grandes teorías hasta las manifestaciones artísticas hoy están siendo fuerte fuente de desarrollo en ideología de género. Tomo como ejemplo el día de hoy en que un gran número de mujeres se reúnen para participar en estos talleres, que no sólo están siendo enfocados a la danza árabe sino a la producción artística de mujeres, por mujeres y para las mujeres.
La labor que ustedes hacen no sólo repercute en sus vidas, sino en la cultura misma donde logran proyectar lo que ustedes son, lo que a ustedes les gusta, la propuesta cultural que van formando como una estrategia para captar la atención de todos nosotros. Por ello Felicidades.
Pero, ¿qué es ser mujer, qué es la sexualidad femenina?,¿cómo se construye la mujer?
Es importante puntualizar que el rol de sexo no es lo mismo que el rol de género, cuando nos referimos a sexo hablamos de la diferencia sexual, cuando hablamos de género, aunque también implica una diferencia sexual estamos hablando de una construcción ideológica de lo femenino y lo masculino.
Desde que nacemos estamos predispuestos a todos los dispositivos de sexo que la cultura nos impone, desde antes de nacer ya está definido nuestro rol sexual. Apenas estamos por nacer cuando en el Baby Shower, si se sabe que será niña la ropita es rosa, si sabemos que será varón, la ropita es azul. Nacemos y tenemos predeterminado los espacios en separación de sexos, los baños para hombres y para mujeres. Vas a la escuela y, desafortunadamente hoy en día, te hacen forma en filas de niños y de niñas. También tenemos los juguetes, los que son para niños y los que son para niñas. Tal parece que no bastara con esto, la televisión, los espectaculares todo nos mencionan la separación de sexos y por si fuera poco hasta su expresidente Vicente Fox terminó nombrando por separación de sexo, chiquillos y chiquillas.
Cada uno de los dispositivos culturales en la tecnología de género están enfocados hacia la separación de sexo, el hombre y la mujer. Crecemos y continuamos con el patrón establecido por la sociedad del comportamiento de lo femenino y lo masculino.
Pero, ¿cómo se construye la mujer?, ¿creen ustedes que en algún momento la mujer va tomando conciencia de cómo se es mujer?, ¿existe un modelo a seguir para saber si se es mujer o se es patrón en serie?
La gente va por la vida sin crear una conciencia de cómo se es, como se construye o reconstruye, y cuando me refiero a reconstruir no es más que reelaborar lo que ya nos han formado, socialmente hablando. Esta reconstrucción versa en crear una ideología propia de género donde establecemos lo femenino y lo masculino como un todo en nuestra vida, logramos aceptar que como hombres tenemos esa parte femenina y que como mujeres esa parte masculina.
La mujer se define por roles sociales, o mejor dicho a la mujer la definimos bajo un rol social, bajo clichés establecidos, bajo arquetipos que marcan y enmarcan, y a su vez delimitan lo que realmente es una mujer. Al hablar bajo los estudios de género habría que establecer que, ser mujer, además de tener una diferencia biológica, es en sí una cuestión ideológica, es la forma en la que la mujer misma se concibe como tal, la que sabe y aprende a ser mujer, la que se construye y reconstruye a partir del género como ideología.
La mujer es pues, aquel ser maravilloso que sabe luchar, que sabe pensar, que sabe decir lo que le gusta y no; lo que desea y no, lo que busca y rechaza. Ser mujer no es la visión de un sexo débil sino la visión de un género integral donde confecciona lo femenino y lo masculino como forma de vida.
Es común ver en las películas lo que la sociedad ve como la mujer buena: la santa y abnegada, o la mujer fatal: la pecaminosa y la lujuriosa. Pero, ¿quién establece qué es verdaderamente una mujer? Bajo esta óptica entonces tendríamos que aceptar que las mujeres de casa, las amas de casa, las resignadas, las abnegadas, las sumisas, sólo ellas son las buenas mujeres de acuerdo a nuestra cultura; y que la mujer, libre, audaz, lujuriosa, imperiosa, trabajadora es la mala del cuento. La cultura permea a través de sus dispositivos de género una visión machista, culturalmente hablando.
¿Qué es ser mujer?, para muchos la mujer es la portadora de vida, la base de la familia, para otros es la perdición, la que seduce a Adán para comer la manzana del pecado. Sin embargo, la única manera de saber quién y qué es la mujer es sabiendo de ellas la definición que posee cada una.
No es más ni menos mujer aquella que se entrega a los quehaceres de la casa y al cuidado de los hijos, no es más ni menos aquella mujer que decide vivir soltera, libre y dispuesta a vivir su vida bajo sus ideas. No es más ni menos la mujer que desea aguantar los maltratos del hombre, pero tampoco no es más ni menos mujer la que se envalentona y enfrenta el poder de éste con sus ganas de vivir, de seguir viviendo. No es ni más ni menos mujer aquellas que deciden que para vivir felices deben serlo haciendo justo lo que les venga en gana, sin reproches ni leyes caducadas. Sin embargo es necesario que ustedes como mujeres y nosotros como hombres rescatemos a la mujer por ser ella, por decidir ser ella bajo cualquier circunstancia y a la vez repudiar y despreciar al que no le permita ser lo que desea.
La sexualidad y el erotismo
Hablar del erotismo hoy en día tal parece que volvemos a la edad media donde no se le permite a la mujer expresar su cuerpo, expresar sus ideas, expresar sus deseos, leyes se imponen, leyes que esclavizan a vivir a la mujer en el anonimato.
La sexualidad no sólo depende del aparato reproductor, sino de una serie de ideologías que ustedes como mujeres van formando a lo largo de sus vidas.
Es necesario aprender que la piel tiene una lectura y que la mujer es su voz, hay que aprender que el deseo de la mujer, la pasión, la lujuria, el amor, son parte de esa lectura que la mujer va imprimiendo en su propia carne.
Difícilmente la mujer se atreve a decir lo que desea cuando lo desea y debe inventar jaquecas, cólicos para no aceptar las caricias a la fuerza.
Sin embargo, cuando lo hace se le juzga, si le vilipendia, se les humilla y se les encasilla como “tú la peor de todas”.
Si habremos de tomar la cultura como tal, he ahí a las princesas de los cuentos de hadas que dan una segunda lectura.
La Blanca Nieves con sus siete pecados capitales que puede ser capaz de seducirlos a todos. La Cenicienta que elige ir a un baile lo más bella posible y regresar a casa para no tener que cumplir con los caprichos del hombre. La bella durmiente que se hace la dormida para no soportar a su hombre, o Bella que lo prefiere bestia mientras ella se instruye en los libros para no ser una más. Y que decir de las brujas que se empeñan en permanecer únicas y benditas entre todas las mujeres. Si ellas en una segunda posible lectura logran satisfacer su sexualidad, por qué no la mujer de carne y hueso, la que vive, la que es real, la que batalla con el quehacer diario de una cultura como la nuestra, la que está el día de hoy aquí disfrutando de lo que más le gusta.
La sexualidad femenina es poder disfrutar de su femineidad, disfrutar una caricia leve o un coito encantador, pero también es saber que se puede disfrutar a sí misma, ella sola, en la soledad de sus sueños, en la oscuridad de su casa, en la mesa o en la cama, como una mujer que logra satisfacerse plenamente sin la necesidad de un sexo viril que la someta.
Mucha gente se escandaliza y les brinca el escapulario por aquellas mujeres que prefieren un dildo a un hombre, pero es que éste no reclama, ni exige nada, no reclama la mesa servida, la ropa limpia, los hijos bien cuidados, no reclama el tiempo que no está a su lado cuando él lo decide aunque ella no quiera, es que éste se convierte en el amante perfecto que se usa cuando se le da la gana que salga de algún cajón escondido y comience a satisfacer a su dueña a cualquier hora.
El erotismo de la mujer va más allá de los hechos, más allá de las palabras, el erotismo, va a lo que ella llama placer, a lo que ella le satisface, a lo que ella vive en carne propia su libertad. No hablo de las feministas que están, a como dé lugar, en contra del hombre, hablo de las mujeres que eligen esa vida porque les place, hablo de la mujer que toma la decisión de ser ella misma cuando lo desea.
Hay que reconocer también la decisión de aquellas mujeres que logran defenderse del yugo del hombre cabrón, el que humilla, el que maltrata, el que golpea. Es necesario apoyarlas y estar de su parte. No estoy de acuerdo con la frase, lo que tenemos es lo que merecemos, más bien creo que lo que tenemos muchas veces es lo que hay, lo que nos tocó conocer, es necesario pues, aceptar a estas mujeres y apoyarlas y reconocerles su valentía por haberse atrevido a romper un patrón, pero sobre todo que han aprendido a saber ser mujeres.
Como poeta me encanta saber que la mujer es el arte puro, que en ella se encuentran las maravillas del mundo y las bellas artes, que bien puede ser una mujer que canta de amor o de coraje, que bien puede ser una mujer que baila y exhibe su cuerpo por el placer de sentirse plena, que bien construye su casa-cuerpo como mejor le complace, que bien dibuja y esculpe cada una de sus ideas para plasmarlas sobre un lienzo o sobre roca, que bien es una mujer que escribe en su piel su deseo, su pasión, su reino, que bien personifica en un escenario la mujer que quiere ser, la de todos o la de ninguno, que bien retrata segundo a segundo una secuencia erótica de su cuerpo.
De ellas tomo y retomo cada uno de sus secretos para revelarlos al mundo y crear una conciliación donde lo femenino no está peleado con lo masculino, donde el hombre y la mujer no se separan, se unen, donde no esperan una media naranja sino una naranja, una manzana, un durazno entero.
Hablar de la mujer y de la sexualidad no es tarea fácil para un hombre común que no entiende la vida de su madre o de su hermana, de sus tías o de sus amigas, pero hablar como poeta desde una visión artística de la mujer y la sexualidad, es lograr dibujar a pincelazos apenas una definición de este ser maravilloso.
Es momento pues, de exhortar a todas las mujeres a experimentar su sexualidad, a conocerse, a saber a qué están dispuestas, a reconocer y decir lo que les gusta o lo que no les gusta, a establecer una reelaboracón como mujeres.
Podríamos educarnos, educar al hombre para comprender que fuera de una esfera machista existe la identidad de género, educarlo a entender que un hombre abierto no se vuelve vulnerable ante su masculinidad, que un hombre que llora no se vuelve homosexual; sino hacerle entender que saberte un hombre sensible es dejar explotar y explorar esa parte femenina que cada uno de nosotros poseemos y que quizá nos dé miedo reconocer. Sin embargo, de nada sirve educar al hombre en una identidad de género si no se educa también a la mujer, pedirle que deje de crear un patrón machista al educar a los hijos, que piense bajo una ideología de género y no bajo lo establecido de una cultura. Es difícil comprender que no por nacer con un aparato reproductor femenino se es mujer, lo mismo en el caso de hombre, es necesario crear una educación de género donde convivan ambos, lo femenino y lo masculino; que exista una conciliación ideológica, y que no terminemos formando grupos feministas radicales, o hembristas, ni a su vez grupos machistas recalcitrantes. En esto radica la equidad de género, ser mujeres con su parte femenina-masculina, ser hombres con su parte masculina-femenina. Y por último hay que aprender de las que han sabido ganar su lugar como mujeres, las que arrebatan a los hijos del maltrato de un padre machista, las que denuncian al jefe seductor, las que deciden poner un alto a los golpes y denuncian, las que reclaman su libertad como mujeres, como seres humanos.