sábado, 29 de agosto de 2009

La Mujer y La Sexualidad

Conferencia impartida en la inauguración de Raks Divine 2009
Casa de la Cultura, Tijuana.
Agosto 27 de 2009.

LA MUJER Y LA SEXUALIDAD

Por Abyss Borboa-Olivera

¿La mujer? ¿Qué es la mujer?

“Es muy sencillo, dicen los aficionados a las fórmulas simplistas: es una matriz, un ovario; es una hembra, y basta esa palabra para definirla. En boca del hombre el epíteto “hembra” suena como un insulto y, sin embargo, no tiene vergüenza de su propia animalidad y se siente orgulloso, por el contrario, si dicen que él que “es un macho” el término hembra no es peyorativo por el hecho de que se enraíza a la mujer en la naturaleza, sino porque la confina dentro de los límites de su sexo, y si ese sexo le parece al hombre despreciable y enemigo aun entre las bestias inocentes es, sin duda alguna, a causa de la inquieta hostilidad que suscita en él la mujer, a ese sentimiento.

Simon de Beauvoir; El segundo sexo.

Hablar de la mujer como hombre podría figurarse como un discurso algo machista, como un empoderamiento del discurso masculino sobre la mujer; pero hablar como artista me otorga el privilegio de poder elaborar un discurso donde la mujer cobra un sentido importante en mi trabajo como artista. El erotismo femenino que planteo parte de la necesidad de hablar de la sexualidad, una sexualidad cuyo sentido es cobrado al reelaborar los placeres y deseos de la mujer.

Los llamados estudios de género exploran la construcción cultural de la diferencia sexual en todos sus ámbitos: político, económico, subjetivo y simbólico. La perspectiva feminista, en tanto crítica cultural, se articula repensando los saberes disciplinarios en referencia con la postulación de un “sujeto femenino”. Ha sido a partir y a contrapelo de la antropología, el psicoanálisis, la economía política, la lingüística, la historiografía y la filosofía donde el feminismo contemporáneo ha articulado un discurso teórico sobre el genero y la subjetividad femenina. En su desarrollo, esta perspectiva se ha desplazado de la referencia anclada en la diferencia sexual como oposición esencial y universal entre los sexos, para dar lugar a una visión epistemológica que concibe a la subjetividad y su relación con la sociedad de manera compleja. Se trata de una subjetividad constituida no solamente por la diferencia sexual sino más bien por el problemático entrecruzamiento de lenguajes y representaciones culturales.

Toda representación de género en la cultura, desde las grandes teorías hasta las manifestaciones artísticas hoy están siendo fuerte fuente de desarrollo en ideología de género. Tomo como ejemplo el día de hoy en que un gran número de mujeres se reúnen para participar en estos talleres, que no sólo están siendo enfocados a la danza árabe sino a la producción artística de mujeres, por mujeres y para las mujeres.

La labor que ustedes hacen no sólo repercute en sus vidas, sino en la cultura misma donde logran proyectar lo que ustedes son, lo que a ustedes les gusta, la propuesta cultural que van formando como una estrategia para captar la atención de todos nosotros. Por ello Felicidades.

Pero, ¿qué es ser mujer, qué es la sexualidad femenina?,¿cómo se construye la mujer?

Es importante puntualizar que el rol de sexo no es lo mismo que el rol de género, cuando nos referimos a sexo hablamos de la diferencia sexual, cuando hablamos de género, aunque también implica una diferencia sexual estamos hablando de una construcción ideológica de lo femenino y lo masculino.

Desde que nacemos estamos predispuestos a todos los dispositivos de sexo que la cultura nos impone, desde antes de nacer ya está definido nuestro rol sexual. Apenas estamos por nacer cuando en el Baby Shower, si se sabe que será niña la ropita es rosa, si sabemos que será varón, la ropita es azul. Nacemos y tenemos predeterminado los espacios en separación de sexos, los baños para hombres y para mujeres. Vas a la escuela y, desafortunadamente hoy en día, te hacen forma en filas de niños y de niñas. También tenemos los juguetes, los que son para niños y los que son para niñas. Tal parece que no bastara con esto, la televisión, los espectaculares todo nos mencionan la separación de sexos y por si fuera poco hasta su expresidente Vicente Fox terminó nombrando por separación de sexo, chiquillos y chiquillas.

Cada uno de los dispositivos culturales en la tecnología de género están enfocados hacia la separación de sexo, el hombre y la mujer. Crecemos y continuamos con el patrón establecido por la sociedad del comportamiento de lo femenino y lo masculino.

Pero, ¿cómo se construye la mujer?, ¿creen ustedes que en algún momento la mujer va tomando conciencia de cómo se es mujer?, ¿existe un modelo a seguir para saber si se es mujer o se es patrón en serie?

La gente va por la vida sin crear una conciencia de cómo se es, como se construye o reconstruye, y cuando me refiero a reconstruir no es más que reelaborar lo que ya nos han formado, socialmente hablando. Esta reconstrucción versa en crear una ideología propia de género donde establecemos lo femenino y lo masculino como un todo en nuestra vida, logramos aceptar que como hombres tenemos esa parte femenina y que como mujeres esa parte masculina.

La mujer se define por roles sociales, o mejor dicho a la mujer la definimos bajo un rol social, bajo clichés establecidos, bajo arquetipos que marcan y enmarcan, y a su vez delimitan lo que realmente es una mujer. Al hablar bajo los estudios de género habría que establecer que, ser mujer, además de tener una diferencia biológica, es en sí una cuestión ideológica, es la forma en la que la mujer misma se concibe como tal, la que sabe y aprende a ser mujer, la que se construye y reconstruye a partir del género como ideología.

La mujer es pues, aquel ser maravilloso que sabe luchar, que sabe pensar, que sabe decir lo que le gusta y no; lo que desea y no, lo que busca y rechaza. Ser mujer no es la visión de un sexo débil sino la visión de un género integral donde confecciona lo femenino y lo masculino como forma de vida.

Es común ver en las películas lo que la sociedad ve como la mujer buena: la santa y abnegada, o la mujer fatal: la pecaminosa y la lujuriosa. Pero, ¿quién establece qué es verdaderamente una mujer? Bajo esta óptica entonces tendríamos que aceptar que las mujeres de casa, las amas de casa, las resignadas, las abnegadas, las sumisas, sólo ellas son las buenas mujeres de acuerdo a nuestra cultura; y que la mujer, libre, audaz, lujuriosa, imperiosa, trabajadora es la mala del cuento. La cultura permea a través de sus dispositivos de género una visión machista, culturalmente hablando.

¿Qué es ser mujer?, para muchos la mujer es la portadora de vida, la base de la familia, para otros es la perdición, la que seduce a Adán para comer la manzana del pecado. Sin embargo, la única manera de saber quién y qué es la mujer es sabiendo de ellas la definición que posee cada una.

No es más ni menos mujer aquella que se entrega a los quehaceres de la casa y al cuidado de los hijos, no es más ni menos aquella mujer que decide vivir soltera, libre y dispuesta a vivir su vida bajo sus ideas. No es más ni menos la mujer que desea aguantar los maltratos del hombre, pero tampoco no es más ni menos mujer la que se envalentona y enfrenta el poder de éste con sus ganas de vivir, de seguir viviendo. No es ni más ni menos mujer aquellas que deciden que para vivir felices deben serlo haciendo justo lo que les venga en gana, sin reproches ni leyes caducadas. Sin embargo es necesario que ustedes como mujeres y nosotros como hombres rescatemos a la mujer por ser ella, por decidir ser ella bajo cualquier circunstancia y a la vez repudiar y despreciar al que no le permita ser lo que desea.

La sexualidad y el erotismo

Hablar del erotismo hoy en día tal parece que volvemos a la edad media donde no se le permite a la mujer expresar su cuerpo, expresar sus ideas, expresar sus deseos, leyes se imponen, leyes que esclavizan a vivir a la mujer en el anonimato.

La sexualidad no sólo depende del aparato reproductor, sino de una serie de ideologías que ustedes como mujeres van formando a lo largo de sus vidas.

Es necesario aprender que la piel tiene una lectura y que la mujer es su voz, hay que aprender que el deseo de la mujer, la pasión, la lujuria, el amor, son parte de esa lectura que la mujer va imprimiendo en su propia carne.

Difícilmente la mujer se atreve a decir lo que desea cuando lo desea y debe inventar jaquecas, cólicos para no aceptar las caricias a la fuerza.

Sin embargo, cuando lo hace se le juzga, si le vilipendia, se les humilla y se les encasilla como “tú la peor de todas”.

Si habremos de tomar la cultura como tal, he ahí a las princesas de los cuentos de hadas que dan una segunda lectura.

La Blanca Nieves con sus siete pecados capitales que puede ser capaz de seducirlos a todos. La Cenicienta que elige ir a un baile lo más bella posible y regresar a casa para no tener que cumplir con los caprichos del hombre. La bella durmiente que se hace la dormida para no soportar a su hombre, o Bella que lo prefiere bestia mientras ella se instruye en los libros para no ser una más. Y que decir de las brujas que se empeñan en permanecer únicas y benditas entre todas las mujeres. Si ellas en una segunda posible lectura logran satisfacer su sexualidad, por qué no la mujer de carne y hueso, la que vive, la que es real, la que batalla con el quehacer diario de una cultura como la nuestra, la que está el día de hoy aquí disfrutando de lo que más le gusta.

La sexualidad femenina es poder disfrutar de su femineidad, disfrutar una caricia leve o un coito encantador, pero también es saber que se puede disfrutar a sí misma, ella sola, en la soledad de sus sueños, en la oscuridad de su casa, en la mesa o en la cama, como una mujer que logra satisfacerse plenamente sin la necesidad de un sexo viril que la someta.

Mucha gente se escandaliza y les brinca el escapulario por aquellas mujeres que prefieren un dildo a un hombre, pero es que éste no reclama, ni exige nada, no reclama la mesa servida, la ropa limpia, los hijos bien cuidados, no reclama el tiempo que no está a su lado cuando él lo decide aunque ella no quiera, es que éste se convierte en el amante perfecto que se usa cuando se le da la gana que salga de algún cajón escondido y comience a satisfacer a su dueña a cualquier hora.

El erotismo de la mujer va más allá de los hechos, más allá de las palabras, el erotismo, va a lo que ella llama placer, a lo que ella le satisface, a lo que ella vive en carne propia su libertad. No hablo de las feministas que están, a como dé lugar, en contra del hombre, hablo de las mujeres que eligen esa vida porque les place, hablo de la mujer que toma la decisión de ser ella misma cuando lo desea.

Hay que reconocer también la decisión de aquellas mujeres que logran defenderse del yugo del hombre cabrón, el que humilla, el que maltrata, el que golpea. Es necesario apoyarlas y estar de su parte. No estoy de acuerdo con la frase, lo que tenemos es lo que merecemos, más bien creo que lo que tenemos muchas veces es lo que hay, lo que nos tocó conocer, es necesario pues, aceptar a estas mujeres y apoyarlas y reconocerles su valentía por haberse atrevido a romper un patrón, pero sobre todo que han aprendido a saber ser mujeres.

Como poeta me encanta saber que la mujer es el arte puro, que en ella se encuentran las maravillas del mundo y las bellas artes, que bien puede ser una mujer que canta de amor o de coraje, que bien puede ser una mujer que baila y exhibe su cuerpo por el placer de sentirse plena, que bien construye su casa-cuerpo como mejor le complace, que bien dibuja y esculpe cada una de sus ideas para plasmarlas sobre un lienzo o sobre roca, que bien es una mujer que escribe en su piel su deseo, su pasión, su reino, que bien personifica en un escenario la mujer que quiere ser, la de todos o la de ninguno, que bien retrata segundo a segundo una secuencia erótica de su cuerpo.

De ellas tomo y retomo cada uno de sus secretos para revelarlos al mundo y crear una conciliación donde lo femenino no está peleado con lo masculino, donde el hombre y la mujer no se separan, se unen, donde no esperan una media naranja sino una naranja, una manzana, un durazno entero.

Hablar de la mujer y de la sexualidad no es tarea fácil para un hombre común que no entiende la vida de su madre o de su hermana, de sus tías o de sus amigas, pero hablar como poeta desde una visión artística de la mujer y la sexualidad, es lograr dibujar a pincelazos apenas una definición de este ser maravilloso.

Es momento pues, de exhortar a todas las mujeres a experimentar su sexualidad, a conocerse, a saber a qué están dispuestas, a reconocer y decir lo que les gusta o lo que no les gusta, a establecer una reelaboracón como mujeres.

Podríamos educarnos, educar al hombre para comprender que fuera de una esfera machista existe la identidad de género, educarlo a entender que un hombre abierto no se vuelve vulnerable ante su masculinidad, que un hombre que llora no se vuelve homosexual; sino hacerle entender que saberte un hombre sensible es dejar explotar y explorar esa parte femenina que cada uno de nosotros poseemos y que quizá nos dé miedo reconocer. Sin embargo, de nada sirve educar al hombre en una identidad de género si no se educa también a la mujer, pedirle que deje de crear un patrón machista al educar a los hijos, que piense bajo una ideología de género y no bajo lo establecido de una cultura. Es difícil comprender que no por nacer con un aparato reproductor femenino se es mujer, lo mismo en el caso de hombre, es necesario crear una educación de género donde convivan ambos, lo femenino y lo masculino; que exista una conciliación ideológica, y que no terminemos formando grupos feministas radicales, o hembristas, ni a su vez grupos machistas recalcitrantes. En esto radica la equidad de género, ser mujeres con su parte femenina-masculina, ser hombres con su parte masculina-femenina. Y por último hay que aprender de las que han sabido ganar su lugar como mujeres, las que arrebatan a los hijos del maltrato de un padre machista, las que denuncian al jefe seductor, las que deciden poner un alto a los golpes y denuncian, las que reclaman su libertad como mujeres, como seres humanos.

domingo, 16 de agosto de 2009

Los Olivera

Sentada al fondo del patio de la casa perdía su mirada entre la gente que estaba allí, añorando sueños vagos se perdía en la melodía de una canción mal interpretada pero que para ella era la voz de los dioses y el sonido del alma.

La algarabía de estar reunidos, hermanos, sobrinos, primos, tíos y gente cercana a la familia, hacía de la reunión todo un huateque en esplendor.

El mayor de todos estaba sentado a la entrada de la casa, acariciaba un bastón que bien sabe él no le sirve de nada, pero que le hace a la gente sentirse más en confianza creyendo que éste le resolverá la vida. Mientras empinaba un bote con cerveza relataba a sus comensales las hazañas literarias de sus recientes lecturas. Quien le escuchaba ponía atención a la forma tan rica de platicar una anécdota, o narrar un historia preferida. Con voz e ideas elocuentes pasaba la velada festejando a su hermano que en esta ocasión cumplía 64 años.

El festejado dibujaba en su rostro aquellas escasas sonrisas que sabe que tiene, pero que no las utiliza para no sentirse vulnerable ante los ojos de los demás. Compartía un buen chiste o un amargo comentario de la vida para hacer reír a los demás, su característica principal radica en saber ser ameno al narrar chistes que le va apropiando a la gente como catalogo de modas.

A su derecha estaba el otro hermano que entre la cautela del tiempo y de sus años y achaques bebía a sorbos las cervezas que la vida le premiaba en esta tarde. Veía correr a su nieto y se preocupaba porque siempre tuviera un juguete igual que los otros niños que jugaban con él. Éste miraba con cariño y admiración a su hija que atendía las necesidades del nieto mientras entablaba conversación con alguna de sus primas.

En el otro extremo de la mesa, uno de los más sobresalientes de los hermanos, el menor, para ser preciso, se acompañaba de las pláticas con sus hijos y su sobrino, veía a la hermana sentada al final de la casa y agradecía tenerla aún con ellos, observaba a la otra hermana con su marido que tal parecían novios de recién estreno; y mientras tanto lograba compartir una que otra información fidedigna sobre cuestiones políticas, cuestiones de educación y cuestiones de vida cotidiana.

La otra hermana, la tortolita, se le veía plácidamente compartir con su marido momentos que desde hacía años no compartía, momentos que en lo privado desaparecen por rutina, por costumbre, por desilusión.

Ahí estaban los Olivera, la generación más grande de la familia, los que han puesto las bases de quienes les siguen, que bien o mal, buenos o malos padres, hermanos, amigos, han sabido reunir a la familia para congraciarse la noche de poder estar juntos. Sólo uno de ellos falta físicamente, uno que partió de esta vida a no se sabe dónde, pero que aún así sigue vigente entre sus hermanos, le ven aún alzar la copa y brinda por las "babosas", su frase predilecta.

Es una delicia ver cada uno de los rostros y leer sus historias invisibles, leer sus vidas pasadas y escuchar el futuro que ven con optimismo, queriendo no dejar de ver crecer a los hijos, a los nietos, a los sobrinos.

Estos son los Olivera, los que saben que no son la familia ideal de Tijuana, pero sí una de las más unidas.

"Todos nos vamos haciendo viejos y entre más viejos la trascendencia de nuestros valores prevalecen".

viernes, 14 de agosto de 2009

Invisible entre la gente

Hay ocasiones en que uno pasa entre la gente como un ser invisible y te conviertes en un maniquí más de la turba, sonrisas matizadas con desdén, con un hálito de suerte echada al cielo te saludan con una mueca que no te dice nada e intentan balbucear palabras mal elaboradas dando un saludo forzado; y sólo hay dos cosas por hacer: responder de la misma manera, o volverte un maniquí sin expresión alguna, invisible ante la gente.

Bajo esta fuerza cultural donde a nadie le interesa nadie uno se encuentra de pronto con seres especiales que no son del todo reales, al menos, no del todo personales. Me refiero a los entes virtuales que vas contactando por la vida, por azares del destino, por caprichos del azar. Es entonces cuando maldices ser un maniquí en la calle y un ser visible en lo virtual.

No hace mucho me encontré con un ente a quien con gran aprecio le habré dedicar este relato. Al encontrarle en el espacio cibernético saqué de mi diccionario de juicios todos los adjetivos posibles que le describieran como alguien distinto, como alguien al que le quiero ver diferente a mí, en mi forma de pensar, de ser, de actuar, etc.

Habré de confesar que estoy peleado totalmente con la "gente fresa", esa gente Susanita de Mafalda que vive en una burbuja con una vida rosa, rosa. Me molesta desde el primer prejuicio tener que gastar mi tiempo, mi plática subversiva y mi ideología recalcitrante ante este tipo de Susanitas.

Sin embargo, debo reconocer, es necesario reconocer que ante esta nefasta forma de hacer un juicio, me encontré totalmente visible ante alguien que sin juzgarme estuvo ahí, aceptando mis blasfemias, mis ideas de izquierda, mi crítica política.
Después de cortas pláticas en la plataforma de conversación instantánea, vino la plática telefónica, la discusión que ante primer intento al demostrar e imponer mis ideas, se reía cautelosamente diciendo:
-Eres chistoso, pero no te hable para discutir, quiero platicar, la plática es de dos personas, no quiero escucharte ni que me escuches sólo a mí, sino que tengamos una conversación...-

No hay necesidad de describir y narrar la conversación larga y completa, porque no es mi intención, sino volver a lo del título, en esta ocasión yo era totalmente visible ante una persona virtualmente real.

Haberle conocido es haberme enseñado que Susanitas o Mafalditas, al final de cuentas nos encontramos en el mismo camino, entre la misma turba, y no nos cuesta trabajo sonreír, ni hacer una mueca o un esfuerzo de agradecimiento. Mafalda era amiga de Susanita, comprendía su mundo rosa y al morir Mafalda, Susanita le lloró como la amiga que se quedaba sola.

La visibilidad que tenemos ante los idiotas es muy fácil, aquellos que sólo esperan ser halagados por sus hazañas, compartir una peda con conversaciones banales, sonreír de un mal chiste para poder ser aceptado en el círculo. Pero este ser, a quien he dedicado este ínfimo espacio que no es nada para agradecer su tiempo, sus vocablos, sus ideas, sus letras escritas, es uno de esas personas que llegan a ser reconocidos como verdaderos seres humanos que están ahí para leerte, para escucharte y para estrechar un abrazo con un icono que dice más que mil palabras.

Es curioso, pero uno se vuelve totalmente real y visible en un espacio virtual, sabiendo que el día de tu muerte Susanita llorara tu ausencia, porque Mafalda se muere pero sigue viva en el recuerdo virtual de una sala de conversación instantánea.