Hay ocasiones en que uno pasa entre la gente como un ser invisible y te conviertes en un maniquí más de la turba, sonrisas matizadas con desdén, con un hálito de suerte echada al cielo te saludan con una mueca que no te dice nada e intentan balbucear palabras mal elaboradas dando un saludo forzado; y sólo hay dos cosas por hacer: responder de la misma manera, o volverte un maniquí sin expresión alguna, invisible ante la gente.
Bajo esta fuerza cultural donde a nadie le interesa nadie uno se encuentra de pronto con seres especiales que no son del todo reales, al menos, no del todo personales. Me refiero a los entes virtuales que vas contactando por la vida, por azares del destino, por caprichos del azar. Es entonces cuando maldices ser un maniquí en la calle y un ser visible en lo virtual.
No hace mucho me encontré con un ente a quien con gran aprecio le habré dedicar este relato. Al encontrarle en el espacio cibernético saqué de mi diccionario de juicios todos los adjetivos posibles que le describieran como alguien distinto, como alguien al que le quiero ver diferente a mí, en mi forma de pensar, de ser, de actuar, etc.
Habré de confesar que estoy peleado totalmente con la "gente fresa", esa gente Susanita de Mafalda que vive en una burbuja con una vida rosa, rosa. Me molesta desde el primer prejuicio tener que gastar mi tiempo, mi plática subversiva y mi ideología recalcitrante ante este tipo de Susanitas.
Sin embargo, debo reconocer, es necesario reconocer que ante esta nefasta forma de hacer un juicio, me encontré totalmente visible ante alguien que sin juzgarme estuvo ahí, aceptando mis blasfemias, mis ideas de izquierda, mi crítica política.
Después de cortas pláticas en la plataforma de conversación instantánea, vino la plática telefónica, la discusión que ante primer intento al demostrar e imponer mis ideas, se reía cautelosamente diciendo:
-Eres chistoso, pero no te hable para discutir, quiero platicar, la plática es de dos personas, no quiero escucharte ni que me escuches sólo a mí, sino que tengamos una conversación...-
No hay necesidad de describir y narrar la conversación larga y completa, porque no es mi intención, sino volver a lo del título, en esta ocasión yo era totalmente visible ante una persona virtualmente real.
Haberle conocido es haberme enseñado que Susanitas o Mafalditas, al final de cuentas nos encontramos en el mismo camino, entre la misma turba, y no nos cuesta trabajo sonreír, ni hacer una mueca o un esfuerzo de agradecimiento. Mafalda era amiga de Susanita, comprendía su mundo rosa y al morir Mafalda, Susanita le lloró como la amiga que se quedaba sola.
La visibilidad que tenemos ante los idiotas es muy fácil, aquellos que sólo esperan ser halagados por sus hazañas, compartir una peda con conversaciones banales, sonreír de un mal chiste para poder ser aceptado en el círculo. Pero este ser, a quien he dedicado este ínfimo espacio que no es nada para agradecer su tiempo, sus vocablos, sus ideas, sus letras escritas, es uno de esas personas que llegan a ser reconocidos como verdaderos seres humanos que están ahí para leerte, para escucharte y para estrechar un abrazo con un icono que dice más que mil palabras.
Es curioso, pero uno se vuelve totalmente real y visible en un espacio virtual, sabiendo que el día de tu muerte Susanita llorara tu ausencia, porque Mafalda se muere pero sigue viva en el recuerdo virtual de una sala de conversación instantánea.
1 comentario:
Encontré tu blog gracias a una foto en FB, quién diría. Y me seguí leyendo porque me pareció interesante el mensaje que transmites, y sobre todo la forma en que lo haces. Pero sin duda "Invisible entre la gente" fué lo que más me llamó la atención.
Felicidades por conocer a esta nueva generación de Susanitas.
Susanitas que, contrario a lo que la gente piensa, no somos tontas. Al contrario, somos tan inteligentes que no tenemos que comprobar nada a nadie; que no tenemos que sacar nuestras palabras mas rebuscadas para que nos digan "cultas", "informadas" y demás adjetivos que le gusta decir a la gente por no poder decir "Brillante" a una mujer. Sabemos nuestra inteligencia, sabemos nuestro valor, y eso nos basta.
Y si, vivimos en una burbuja, y si! es rosa, o a veces azul, o morada, depende del color favorito de cada una. Pero lo mas importante es que vivir en esta burbuja, en este mundo Disney que nos inventamos, siempre bajo el amparo de la desinformación, nos hace felices. MUY felices. Y, finalmente, a eso venimos a esta vida no? Asi que, aún y cuando en mi etapa de Mafalda no pude cambiar al mundo como quería, puedo decir, que logre mi cometido.
Felicidades por dejar tus prejuicios de lado y abrirte a nuevos grupos, nuevas experiencias, nuevas amistades.
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