miércoles, 30 de julio de 2008

El amor es una calentura de dos o sólo de uno

En cuestiones del amor, alguien me preguntaba qué pensaba sobre ello, con toda la experiencia de mi vida, la subjetividad contundente, con cada una de las heridas y nobles recuerdos le contesté que el AMOR NO EXISTE. Recordando un amigo a quien aprecio de verdad una vez, junto a su marida, comentó que el amor sólo es una calentura.

Reflexionando sobre el tema, en que, el amor es una calentura, me di a la tarea a observar a mis parejitas que me rodean y cuestionar en cada una de ellas qué es lo que los hace estar juntos. Terminé concluyendo que la mayoría de estas parejitas están o siguen juntos más que por amor, por costumbre y más que por costumbre por codependencia. Y así llegué a la misma conclusión en que el amor sólo es una calentura de un rato.
Estudios de investigación han revelado que el amor en una pareja no supera las 90 días, que esa es la etapa del enamoramiento, el resto es costumbre, querencia, comodidad. Otro estudio de investigación sobre las rutinas del ser humano revela que se necesitan 29 días haciendo algo constantemente para que se convierta en parte de tu vida, para que se llegue a acostumbrar a él como parte de una rutina. Si tomamos en cuenta este estudio, sólo bastan 29 días para que el amor se vuelva rutina. Sin embargo, otros estudios dicen o hacen saber que el amor dura más que 6 años, que el resto es pura palabrería.

Argumentando este tema no faltó el que lo cree todo y dice que el amor SÍ existe, claro me habla de una relación de 4 años esperemos que pase el 6to y si no es amor, no hay de que preocuparse, es costumbre, algo a lo que la mayoría del mundo estamos ya acostumbrados.

El amor en sí, puede variar de concepto en concepto, sobre todo porque el amor es demasiado subjetivo, es decir, cada quien platica como le fue en la feria. Lo que para mí es amor no puede ser para el otro, y lo que para el otro es el amor no puede ser para mí, porque cada uno de nosotros vivimos el amor de diferente manera. No existe o no puede existir una definición como tal del amor. Es verdad que el amor debiera serlo todo, entregarse todo, abandonarse todo, pero el ser humano aún no está preparado para ello. Somos demasiado egoistas como para permitir que el otro sea feliz si uno todavía no lo es. El ser humano nace buscando la felicidad sin saber que ésta no existe. Existen momentos felices, momentos que al final del tiempo forma una felicidad casi completa, una felicidad fragmentada. Muchos de ellos creen que encontrar el amor es encontrar la felicidad, pero bien sabemos que es sólo un fragmento de esa felicidad, aquellos momentos lindos, agradables, apasionantes. Deberíamos aprender a valorar esos pequeños detalles ya atesorar la felicidad, no como un todo sino como algo que completa lo que deseamos como felicidad. Es por eso que muchas parejas no duran, porque se empeñan en buscar la felicidad en el amor, y siendo honestos, son dos cosas muy aparte que muchas de las veces pueden ir de la mano, pero no precisamente obligatorio. La costumbre de una pareja, sin embargo, claro que da cierta comodidad, cierto formato de "felicidad" que nos obliga a seguir en la relación.

Yo soy de la idea que hay siempre que buscar la felicidad, mas no en el otro; y por otro lado no buscar el amor porque ese debe o debería llegar por sí solo. Algunos esperamos más, otros no tanto, otros toda la vida sin saber qué es el amor.

En fin, si el amor existe o no, si la felicidad se alcanza o no, me quedo con la frase de Sexo, pudor y lágrimas: "A coger y a mamar que el mundo se va acabar..."

lunes, 28 de julio de 2008

Los DILDOS de Susanita



El hijo de Mafalda tuvo una reunión en casa donde se dispusieron a recibir cálidamente a una recién llegada del D.F. Entre una rica charla, vino, cerveza, cigarro y cena la diversidad de opiniones iban y venían, y claro entre tanto personaje no pudo faltar alguien en especial a quien queremos todos y que en su momento nos impactó demasiado su forma de pensar, que por nombre le pondré Susanita y por género el femenino y por preferencia sexual heterosexual.


Sentados a la mesa platicábamos sobre cosas del amor y relaciones tormentosas hasta que dimos con un tema que para Susanita le pareció escabro a tal grado de hacerle brincar el escapulario moralista que como buena Susanita porta, (algo de lo que ninguno de los comensales nos habíamos percatado). La mayoría de los ahí reunidos eran homosexuales: hombres y mujeres, y uno que otro heterosexual desbalagado, quizá antes no habría mencionado las preferencias sexuales, pero esta vez todo tiene que ver porque se comenzaba a hablar sobre la sexualidad del hombre y la mujer en una relación heterosexual así como homosexual.
Susanita preguntó si era posible que una pareja de homosexuales utilizaran dildos (consoladores) en una relación sexual entre dos mujeres, que si así sucedía entonces había la posibilidad que la pareja en cierto modo tuviera fijación aún masculina por aquello que el dildo es un pene plástico. El par de amigas dulces, tiernas y muy directas en sus respuestas le explicaron a Susanita que no tenía nada de malo, que hombres y mujeres utilizaran dildos como juego, experimento sexual, que había incluso parejas heterosexuales donde la mujer utiliza un dildo para dar placer a su marido, es tan común como las galletas de animales, y que no por ello se definía el marido como homosexual. Habrá que recordar que el punto G del hombre está en la próstata. La indignación de Susanita fue tanta que no podía entender como estas costumbres se salían del patrón habitual moral. Que mujeres utilizaran dildos entre mujeres, en cierto modo era aceptado porque necesitaban una imagen masculina para poder llegar al placer, pero que un hombre con su mujer lo utilizara y no para satisfacer a la mujer era un verdadera aberración. Se le explicó de mil formas a Susanita que la sexulidad era el experimentar, el buscar nuevos juegos, el innovar diferentes acercamientos, que un dildo no representaba entre mujeres la imagen masculina. Se le puso de manifiesto que se diera cuenta a su alrededor, todo es culturalmente falogocéntrico, la forma de la botella, un cigarro, las torres de las iglesias con sus cúpulas, etc. Sobre pasar los límites convencionales de la sexualidad es tan fuerte para Susanita como llegar a una depravación. Y esto me hizo pensar en lo que aún nos falta por vivir y aceptar del otro. Cuestionó entonces que no podía existir una relación de pareja sana en una pareja de Swingers, también se le explicó que los Swingers sólo buscan satisfacer esa fantasía como un juego sexual, donde no involucran sentimientos sino es meramente el sexo. Creo que causó más asombro para nosotros que Susanita en la vida real fuese hombre homosexual y pensara de tal o cual forma, era difícil de creer. Pero es que también es cultural, nos han metido tanta mierda en la cabeza que no vemos más allá de lo que hay en un cuadrito barato impuesto por la familia, la iglesia, la sociedad. La experiencia sexual va desde el primer encuentro con el otro hasta la fantasía más loca que puedan llegar a realizar. De ahí que me nació un poemita brincaescapularios para todos mis asiduos lectores:

SIN PROTOCOLOS

Hazme objeto de deseo sin convención social
sin tapujos ni moralina
que el escapulario no te brinque
y que cuando esté a tu lado
desees tirarme en cama, alfombra,
sobre la barra o sobre la mesa.

Hazme objeto de deseo que puedas manejar a tu antojo
mientras la lujuria recorre tu mente con mis manos en tu cuerpo
la excitación en mi aire

Hazme objeto de deseo y olvídate de protocolos,
de frases falsas y banales,
átame a tus deseos,
bésame con el escarnio de la pasión,
Saboréame en la supura de la savia
y hazme objeto de deseo.

Que el sexo nos reclame las ganas de copular campanarios
con nuestras lenguas viperinas
y entonces, sólo entonces,
desgarra tus sentidos sobre mí
haciéndome el objeto más sublime del deseo
De tus más perversos anhelos.

domingo, 27 de julio de 2008

Después de un corto viaje

Al regresar de un corto viaje, mientras venía de regreso me hacía un sinnúmero de cuestionamientos sobre la soledad o la compañía, ¿qué puede ser más horrible la soledad de los solos o la soledad de los juntos?

Por un lado la soledad de los solos es aquella que aprendes a respetar porque no te queda ninguna alternativa, aquella que le conoces y te conoce y que sabes que por más que te esfuerces no queda en ti seguir sin compañía. Es muchas de las veces un tanto inevitable pero a la vez es poderte resignar al momento en que te encuentras solo. Me refiero a esa soledad donde buscas a un alguien, no a la soledad sin familia, amigos, compañeros, esa soledad sale sobrando porque sabes que bien o mal alguien más puede estar para ti incondicionalmente, me refiero precisamente a la soledad de ese amor que no está. En cambio la soledad de los juntos, considero que es un tanto mas patética porque sabes que alguien más está en tu casa físicamente llámese pareja, amante, novio. Cuando el ser humano se siente solo es lo mismo que sentir un vacío, algo que no complementa esa parte que te hace falta. La soledad de los juntos, aún sabiendo que están ahí y te sientes solo es un tanto peor que la soledad de los solos, porque de alguna manera u otra sabes que aunque esté ahí no lo esta para ti, no lo está para llenar ese vacío. El ser humano busca lo compañía para no sentirse olvidado, es necesario, al menos por ego, sentirse protegido o protector; sentirse que algo más existe en es instante en que necesitas de alguien. La soledad de los solos te hace no perder la esperanza de que alguien llegará, en cambio la soledad de los juntos, entiendes un tanto inevitable la situación de que ha llegado, está ahí sin estarlo en sí.

Todo es cuestión de egoismo, eso que la religión tanto sataniza pero que es lo que realmente mueve a mundo. No es sino por egoismo que buscamos al otro que complemente nuestras vidas, no es sino por egoismo que decide la gente casarse y tener hijos, no es sino por egoismo que tenemos amigos. El egoismo es una virtud que no todos logran reconocer como parte medular de la vida humana. Si yo no necesitara a nadie en mi vida no buscaría con quien compartirla. ¿Por qué el hombre o la mujer buscar una pareja? ¿Por qué llega a interesarse en alguien más? Por egoismo, porque ese hombre esa mujer piensa que el otro podrá ser parte de SU vida, (pensamos en nosotros mismos) y, así, el egoismo lleva al ego a ser lo que mejor podemos ser, aunque muchos mediocremente sólo sean lo que vino en su momento.
Dice el librito maravillosamente mitológico que el amor no es egoista, pero claro que lo es, necesita serlo, el amor no existe si no es porque uno mismo lo desea, lo inventa, lo elabora, lo construye. El amor necesita ser egoista para poder lograr el objetivo que deseamos. Yo quiero a, yo deseo a, yo amo a, ese YO constituye el paradigma psicológico del EGO, de YO, de la esencia, no es a partir de mi deseo, de mi querer, de mi amar que no puedo llegar al otro y éste a su vez a mí. Es una dialéctica, un alfa y un omega, de ahí depende que la relación sea o no fructífera, depende del egoismo de los dos, entre mayormente seamos egositas en pareja, lograremos alcanzar una compenetración más abundante, porque mi egoismo mueve el egoismo del otro y viceversa

Pensar en un mismo es ser egoista, pero si no pienso en mí primero ¿cómo puedo darme al otro y cómo el otro puede darse a mí? es una cadena, no que ata sino que une. Es por eso que la soledad de los juntos es más cabrona porque no logramos ser lo sificientemente egoistas para dar y recibir lo mismo que ofrecemos. Ya en su momento hablaré de cómo todo lo que damos lo damos con base a tazas de medición, todo lo estamos midiendo, esperando una reacción a cada cosa que entregamos. Es como la levadura en la harina, podemos dar todo un kilo de harina pero siempre agregamos una pizca de levadura que sabes te dará algo que hará crecer lo que diste. Por lo pronto en este corto viaje de regreso sólo quiero dejar esa idea de las soledades y les dejo con una cita de una de mis autoras favoritas, Luisa Valenzuela:

"Hasta las matemáticas se equivocan porque en lugar que una soledad más otra soledad sumen dos soledades, sólo hacen una soledad más grande."
(Hay que sonreír, Luisa Valenzuela)

sábado, 26 de julio de 2008

Honestidad deshonesta

You can’t handle the truth!!!

En la película A few good man, Jack Nicholson le grita despavoridamente a Tom Cruise la frase célebre que se ha quedado en la historia y la misma que me remitió un buen día a cuestionar a mis alumnos sobre la verdad y la honestidad.

En toda relación, una de las partes medulares del convenio social, existe siempre el primer rubro que es hablar siempre con la verdad, ser honesto ante todo y ante todos. Pero, ¿en realidad estamos capacitados para escuchar o entender la verdad cuando se trata de algo tan serio como una relación amorosa, un empleo o una relación de amistad? Me he topado indistintamente por la vida con gente que reclama la verdad, la honestidad ante equis circunstancia, y estoy seguro que muchas de las veces la verdad hiere, la verdad destruye, la verdad crea resentimientos y corajes que no se pueden superar fácilmente.

Cuando existe una deslealtad, (que ya no tomaré por vocablo la infidelidad, puesto que hemos determinado muy bien la función de éste), la parte afectada siempre desea saber la verdad del acontecimiento, no es por querer saberlo así como así, lo que mueve al mundo de los afectados en una deslealtad es el morbo. Si hacen un recuento de estas experiencias, ¿qué es lo primero que se les viene a la mente, ya sea al hombre o a la mujer, cuando descubren que la pareja le ha sido desleal? No es el típico por qué lo hiciste, sino con quién, con quién me engañaste, porque de ahí deriva el ego, qué tiene el otro que no tenga yo, qué hace el otro que no hago yo; y siempre, inconcientemente se desea que el otro sea algo un tanto peor que uno, que sea más feo, que sea un equis en la vida, pero cuando te das cuenta que así es, no hay poder humano que te haga sentir mejor, porque entonces cuestionas el cómo es posible que por eso me engañaras. Y para sentirte menos peor comienzas por preguntar, por querer saber la verdad del suceso, reclamas y pides explicación detallada del amante, dónde, cómo lo hicieron, pero, ¿qué sucede cuando el desleal da rienda suelta a su vivencia y comienza a relatar cada uno de los acontecimientos con pelos y señales?, sabemos muy bien que cada detalle es una estocada en el corazón herido, cada detalle es un dolor intenso, ah pero eso sí, nos hacemos los valientes y queremos saberlo todo, claro, se trata de honestidad. ¿En realidad podemos aceptar la verdad, estamos preparados para ello?

Puedo asegurar que muchos de esos que reclaman la verdad prefieren que el otro les mienta, que les diga cualquier tontería para no llegar a la verdad, porque sabe que saldrá herido si el otro se atreve a decir la verdad. En conversación con mis alumnos uno de ellos se atrevió a decir que: “ojos que no ven, corazón que no siente”. Evadir la verdad es mucho mejor que saberla.

Pero es que estamos habituados a mentir, es parte de nuestra cultura, parte de nuestra ideología, no sabemos hablar con la verdad pero tampoco sabemos aceptarla. Para muestra basta un botón: Es muy común que cuando estás que te lleva la chingada, en una depre, en un sentimiento de dolor, acostumbramos a decir que estamos bien, que no pasa nada. Vamos por la calle, te encuentras a un amigo y cuando éste te pregunta “¿cómo estás?” terminas respondiendo con un “muy bien gracias a dios”, todavía te das el lujo de incluir a ese pequeñito monstruo en tu respuesta. Pero sabes muy bien que no quieres decir que te está llevando la chingada, una porque al otro qué le importa y otra porque no deseas dar explicaciones que siempre la gente morbosa exige. Por lo contrario cuando te atreves a ser honesto y te hacen esta pregunta y tú respondes con un “la verdad está que me lleva chingada, me siento muy mal, no sé qué hacer”, la gente del otro lado se detiene, se te queda mirando y hace cualquier cosa para evadir tu respuesta y termina yéndose lo antes posible, porque sabe muy bien que no podrá hacer nada, porque le da miedo escuchar esa verdad tan tuya que no sabrá como ayudarte; que claro, también existe el que se detiene y te exige que le platiques qué es lo que te puso así, no para ayudarte sino para saberlo todo, el morbo de nuevo. Pero es que mentir es fácil, lo hemos aprendido desde pequeños, desde que nuestros padres nos pedían que dijéramos, a quien llegara o llamara a casa, que no estaban.

Mentir, mentir, mentir, esa es la onda, es lo fashion, es lo IN, lamentablemente sólo porque no conocemos la parte positiva de saber decir la verdad y saber aceptarla. Qué pasa cuando quieres ser honesto y vas por la vida diciendo verdades, siendo sincero, honesto, por un lado la gente te odiará por directo y por otra ni siquiera te llegarán a creer. Alguna vez en la vida una mujer que era demasiado escandalosa en su forma de ser, vestir, hablar, reír, me preguntó muy seriamente si me caía bien ella, claro que ya había percibido mi repugnancia hacia su persona, yo muy en mi papel de querer ser honesto le dije que no, que no me caía para nada bien, que me molestaba su forma de ser y que me parecía una persona abominable, ella se me quedó viendo por unos segundos y en eso me da una palmada en el hombro y suelta la carcajada diciendo:
-No cabe duda Abyss que eres muy bromista, sabes decir muy bien tus chistes…-
-Fíjate, fulanita de tal, que antes de que me preguntaras esto me caías muy bien, pero ahora por pendeja me caes súper.-
Ella no hizo otra cosa más que mirarme con cierta no comprensión sobre lo que acababa de decir, y créanme desde entonces ha sido una de mis amigas. He comprendido que el hablar con mentiras te evitas muchas complicaciones, te evitas muchas brincaderas de escapulario que incomodan.

Ahora entiendo la frase ya tan célebre: You can’t handle the truth!

jueves, 24 de julio de 2008

Los discursos y sus dobles sentidos

¿Cuántas veces la gente va pasando por la vida diciendo lo que no desea decir y termina enmascarando el discurso para no “herir”?

Nunca falta el típico “no eres tú, soy yo” cuando de pareja se trata. Cuando alguien comienza a salir con alguien, a tener citas, a intimar con los otros de pronto cuando alguno de los dos no desea que la relación prospere o llegue a un clímax siempre existen una serie de frases célebres que funcionan para terminarla sin “herir”.
Existe el típico, “yo te llamo, eh”, después de una noche de pasión y como sólo fue un acostón termina por decirte que él o ella llamará, y esa llamada nunca llega, lo que realmente quiso decir es: ni lo sueñes, hasta aquí llegó, sólo fue una revolcada. Jamás te llamará porque alguna u otra razón no le interesaste. Otra típica frase es: “No busco nada sólo a ver qué sale” no es otra cosa que muero por coger. Y así, le gente va inventándose frases que hace sentir "mejor" a la otra persona porque no la hiere directamente. Si tan sólo fuésemos un poco más honestos y menos protocolarios nos evitaríamos muchas cosas.
Los dobles discursos están muy bien construidos y delimitados según la sociedad. Para nosotros los mexicanos tenemos un tono específico para decir tal o cual cosa, tal puede ser una misma palabra con diferente tono que a su vez dice otra cosa totalmente distinta, tomemos por ejemplo el vocablo. PUTO. Si estás entre compas, los hombres se pueden llamar puto sin ofensa alguna, “qué onda puto, cómo estás”, con un tono normal, suave, libre; existe otro ejemplo donde entre el contexto y la palabra quiere decir otra cosas, como el: “Hey puto ¿qué traes?” buscando un posible enfrentamiento y demás. Y el más común, el que sirve para definir a un homosexual de baja categoría que suele andar de cama en cama y muy bien definido con el estereotipo social: “Ese pendejo es puto”.

No hace mucho, estando en clase, una de mis alumnas se acercó diciéndome que no podía exponer porque el material de la exposición lo había dejado en el coche de su papá al llegar a la escuela, yo, sin voltear a verla, le dije: “¿Y qué quieres que haga?” sólo vi que la alumna se dio la media vuelta y se fue un poco triste. Me acerqué hacia ella y le volví a pregunta qué era lo que quería que yo hiciera, ella me vio, ya con ojos llorosos y me dijo: “es que no traigo el material para exponer”, “¿Y qué quieres que yo haga?”, en ese se le rodaron las lágrimas y me dijo: “Ves, pues es que cómo me estás contestando”. Entendí entonces que mi pregunta no era en sí la pregunta sino el tono que ella parecía percibir. Es común un típico “Qué quieres que haga” con una interpretación de: “A mí, qué chingados me importa”. Cuando entendí cómo estaba interpretando mi pregunta, le volví a pregunta, “A ver, chiquita, entiendo que no traigas tu material, dime, ¿cómo te puedo ayudar, qué quieres que yo haga por ti?”, al utilizar toda está serie de adjetivos y adverbios la alumna respondió al instante con una sonrisa dibujada “pues que me dejes exponer mañana”.

El mexicano es totalmente protocolario y el tono es esencial para nuestra interpretación. Somos muy dados a interpretar por el otro, o malinterpretar, “es que no quise decir eso”, “es que yo entendí lo otro”. Los que somos del norte del país, tendemos a ser muy directos y cortantes, por ejemplo cuando una visita inesperada llega a casa justo cuando estás comiendo. Por educación y amabilidad tendemos a ofrecer de comer, “gustas comer”, sólo nos basta una pregunta, una sola vez y si la persona responde con un no, pues para nosotros es no y ya. Sin embargo, aquel que conoce el interior de la República, es costumbre que cuando llegas a una casa en la misma situación mínimo te preguntarán de tres a cuatro veces hasta de que aceptes un “taquito”. Pero ese es el protocolo, es parte del mexicano, acá en el norte sólo una vez se llama a la mesa y a la cama, el que acepta pues va, y el que no pues se quedará con las ganas, sólo por no querer “verse” demasiado igualado o sinvergüenza. Por eso les digo a mis alumnas, cuando un chavo les pida coger, aquí en el norte sólo será una vez, si no aceptas, te chingas, para la próxima cuando les hagan este tipo de propuestas respondan con un: “va, nomás un taquito”.

Tratemos de ser un poco menos protocolarios y más directos, hagan la prueba con sus compañeros, amigos, familia, al principio notarán un rostro de asombro pero eso será divertido. Dejémonos de dobles discursos y aprendamos de nuestro lenguaje a utilizarlo como se debe. ¿Cogemos?

miércoles, 23 de julio de 2008

Fidelidad Vs. Lealtad

Cada vez que tengo la oportunidad de confrontar a mis alumnos o amigos con temas escabrosos sobre el amor, la fidelidad y mierdasvarias, me doy cuenta qué tan metidos en la sociedad, en sus costumbres, en sus imposiciones estamos. Estamos acostumbrados a seguir sendos patrones que terminan delimitando nuestro mundo, o bien nuestra percepción del mundo en el que "vivimos".

¿Qué es la fidelidad?

La RAE define fidelidad como: "Lealtad, observancia de la fe que alguien debe a otra persona", excluyamos por un instante la primera palabra de esta definición y quedémonos con "la observancia de la fe que alguien debe a otra persona"; es decir, esa fe que le tenemos a un ser querido que no nos permite sobre pasarlo, nos hace que nos mantengamos cerca de él, a su lado de alguna forma u otra, pero para palabras terrenales estamos entregados al amor de tal o cual persona a quien le prometemos fidelidad. Les preguntaba en una ocasión a mis alumnos lo siguiente: Si María ama a Juan con todo su amor y le ha prometido el resto de sus días juntos, que pasa si un buen día María ve pasar a Pedro, un hombre aparentemente hermoso que atrae a las mujeres tanto como le atrajo a María, y ésta decide por deseo o por placer más no por amor acostarse con él, pensar en él, ¿estaría María siendo infiel a Juan? obviamente la respuesta inmediata de hombres y mujeres fue que SÍ, eso era infidelidad, pero, ¿si a quien ama es a Juan y no a Pedro, Pedro es sólo un antojo, cómo podría ser infidelidad eso?
Reflexionando sobre ello entonces les expuse el siguiente ejemplo, supongamos que a ustedes les fascina la Coca-Cola, no pueden vivir sin ella, para desayunar, comer y cenar Coca-Cola a todas horas, ustedes en cierto modo le son fiel al refresco y no lo cambian por nada del mundo, porque adoran ese sabor, esa agüita negra que tiene un algo que los lleva a vicio, en pocas palabras por ese amor, ese gusto que sienten por el refresco le otorgan su voto de fidelidad, igual que el de María a Juan o viceversa. Pero un buen día de pronto vieron frente a ustedes un refresco diferente, que llamó su atención y lo piden, lo beben, lo disfrutan, les llega a gustar pero no tanto como la Coca-Cola, sólo fue el impulso de un antojo, de un probar algo diferente, de querer conocer algo distinto, no dejarán a su refresco predilecto por nada del mundo porque ha sido parte de sus vidas. Con probar ese antojo en otro refresco no le han sido infiel a su bebida preferida, simplemente fue satisfacer ese antojo que llega en su momento, como lo que le pasó a María o lo que comúnmente le pasa a Juan. María no cometió un acto de infidelidad al haberse acostado con Pedro, fue sólo un antojo, un deseo, un placer que se quiso otorgar, porque en realidad a quien ama y seguirá amando es a Juan, el amor de su vida. En ese caso y bajo este ejemplo cuando la gente se jura fidelidad en los altares o sobre ellos, no están diciendo nada más allá de: te seré fiel toda la vida, sin tomar en cuenta todos los antojos que pueda tener en el camino...

Aterrizando un poco la realidad y volviendo a la definición de la RAE, retomemos la palabra antes excluida, LEALTAD, una palabrita que está dentro de la definición de fidelidad pero que da todo el sentido o debiera dar todo el sentido a una entrega total, a una verdadera fidelidad. Si María, Juan, Pedro y el resto de los simples mortales entendiéramos la lealtad como tal, otra cosa sería. La lealtad es el cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor. Ser leal es nunca poder ser infiel porque no existe la necesidad de ello, no existen los antojos que van tras ellos, porque descubres en tu pareja todo cuanto necesitas, todo cuanto buscas, que si no lo hay ahí entonces lo ideal es olvidar esa relación y buscar alguien más en quien depositar tu voto de lealtad. Hombres y mujeres fieles hay por centenares, mujeres y hombres leales realmente pocos.

Entonces ¿qué jurar en los altares, en las alcobas, sobre la piel, FIDELIDAD o LEALTAD?

martes, 22 de julio de 2008

La idea errónea del amor

Pourquoi donc il amour?

“El amor es sólo la necesidad de
tener en quién apoyarse
cuando el dolor o la alegría
representan el fantasma
de nuestra existencia”.
Abîme Bö.

Se dice y se sabe del amor lo mismo que no se dice y se desconoce, pero la verdad de cualquier error está en no saber comprender si el amor es amor, costumbre, necesidad, o cualquier otra cosa que nos apega a él. Codependencia. Lo que sí sabemos es que el comportamiento y la conducta del ser humano llega a manejar este concepto como algo primordial en nuestras vidas, como algo que une y separa, como algo que construye y destruye. Al final de cuentas convertimos al amor en un concepto bipolar, lo mismo es bueno como es malo. Sin embargo, quizá una de las razones de no saber amar radica en el patrón de conductas que, a través de generaciones, culturas y tradiciones, hemos seguido hasta llegar a decir que hemos amado o nos han amado. Pero, ¿qué es en realidad el amor? Si en realidad existe, ¿amor para qué? Una respuesta muy vana y a la vez muy cierta sería que el amor existe sólo para tener en quién pensar, con quién soñar, a quién tocar, con quién compartir lo mismo un café que una copa de vino, pero al final de cuentas el amor existe para que nosotros sigamos existiendo aunque no sea lo que siempre habremos esperado. Se puede amar solo o en compañía, eso dependiendo de lo recíproco que resulte el compartir de amores, deseos y placeres. Mas esto no siempre se da, muchas veces terminas por amar solo, por beber, reír, llorar, soñar, porque la persona que amas no está contigo y terminas por vivir en una fétida ilusión que después del tiempo deja de tener sentido y se termina por encontrar en lo más simple, la razón de amar; es cuando se empieza a creer en el amor de la naturaleza, de la lectura, de la música, de cualquier tipo de arte que esté cerca para olvidar que a quién realmente amas es más que imposible. Sin embargo, la mayoría de las veces sólo se busca ser comprendido, que el otro conozca tus sentimientos, que los entienda y que valore el simple hecho de amar aunque sea en la soledad del otro para no finalizar frustrado por un amor que se presta a todo menos al verbo más sencillo y complicado como es el amar.

¿Para qué el amor?

Simplemente para sufrir en la tentación de besar los labios deseados, de acariciar un cuerpo que no se conoce, de trascender en el amor por amar, de escuchar los alientos jamás escuchados, o simplemente sufrir porque estás solo amando en silencio, en lo oscuro, en lo absurdo, en la fantasía dibujada de deseos para terminar aceptando que eres el confidente de un amor inadecuado y para terminar aplaudiendo las gracias que hace detrás de ti. Si bien, el amor es un apoyo, un sostén, una necesidad entonces, de igual manera es necesario mejor no amar para no buscar a quien no se debe. No amar para no sufrir, no llorar, no reír, no compartir, no desear, no sentir placer sin tener al bien amado. Sería mejor cegarnos a la realidad que no existe y buscar en los sueños sólo la alegoría de poder estremecer al amor entre los brazos, besarlo, desearlo, poseerlo, para que cuando despiertes todo siga igual, y solamente amar en sueño aunque estos amanezcan mojados. Mejor así, quedarse con el casi beso, con el casi cuerpo, con el casi deseo, el casi placer cuando no se puede hacer otra cosa más que amar cuando se duerme, el único lugar donde se ama igual porque no es real. O bien, la mejor de las propuestas freudianas, la masturbación porque no cuesta tener al otro, basta un recuerdo. Porque no es necesario tocar al otro cuando se puede tocar uno mismo. O sería preferible lo que indica la santa iglesia católica abstenerse del deseo, del pecado y esperar a que dios ponga en el camino lo que uno necesita para su salvación. (Prefiero la primera opción).
A final de cuentas no basta una propuesta porque cada quien conoce lo que posee y lo que carece. Por lo general todo ser humano pasa por este trance donde el amor está en juego porque el ideal no es real o porque siendo real no se puede alcanzar.
La psicología define al amor como un sentimiento necesario que forma la estructura de las necesidades básicas del hombre: Tragar, cagar, coger...
“Todo se hace por amor”. Dijo Teresa de Calcuta que lo único que mueve al mundo es el amor, entonces, hagamos el amor en la guerra, en el hambre, en la pobreza, en los altares, en dios. Así es el amor, absurdo, real, seguro e inseguro.
Pero mientras se encuentra una solución al desamor, a la espera y a la búsqueda interminable, terminemos por seguir amando para que se convierta este mundo en el nuestro.

Un mundo eyaculado de sorpresas abortivas.

Je aime in mon silence...