Si bien han elegido a este tipo de mujeres y hombres a ser esos iconos de la mercadotecnia no estaría de más incluir a toda clase de hombres y mujeres, que si bien no cumplen con el prototipo siguen siendo mujeres y hombres que sienten, que experimentan el placer, el deseo, la pasión y muchas veces hasta el amor. Lo mismo va para la imagen del prototipo de hombre que maneja el mercado. Tanto en anuncios publicitarios como en la moda, hombres y mujeres lucen espectacularmente como dioses y diosas, cuerpos delineados, rostros bellos, estaturas que sólo por ser modelos deben cumplir. Entiendo que la intención de tal publicidad está enfocada a vender, no sólo el producto, sino el dispositivo utilizado como producto, es decir, los cuerpos de hombres y mujeres. El público al verlos querrá ser como ellos, vestir como ellos, caminar como ellos, etc., pero cuando pasamos de lo público a lo privado y el erotismo se apodera de estas mentes, es cuestionable entonces, pensar en por qué no presentar todo tipo de hombres y mujeres si es de lo que estamos rodeados.
En un artículo anterior presentaba lo que simbolizaba erotizar el erotismo, y cómo los hombres y las mujeres demuestran su erotismo sin ataduras, sin normas sociales que cumplan con tal prototipo de cuerpos; sin embargo, comenzar a hacer conciencia y poder disfrutar del cuerpo de cualquiera sería una libertad más de expresión, no sólo de forma oral o escrita, sino de forma visual, donde la tendencia a enamorar quede en la pretensión misma de querer enamorar a partir de lo que hay.
¿Quién dice que este prototipo de cuerpos son los únicos erotizables?
Podríamos encontrar que quizá un gran número de mujeres que cumplen con estos requisitos son frígidas, o que los hombres son impotentes. Lo mismo sucede en la sociedad en la que vivimos, el homosexual tiende a buscar lo agradable a la vista, recalco homosexual porque es más subsetible a estos parámetros, es decir, la imagen representa gran parte de la atracción para el hombre o la mujer homosexual, y casi podría asegurar que más en el hombre, porque tiende a reconocer en la “belleza” la juventud perdida, o la juventud añorada. En nuestra cultura para que el hombre homosexual tenga un valor entre el grupo social al que pertenece debe cumplir con ciertos requisitos que el mismo círculo le exige. Hay gustos para todos, cierto es, pero lo cierto también es que un hombre que cumpla con este arquetipo tiene mayor oportunidad de encontrar pareja, ya sea sexual o sentimental. En la mujer homosexual, en cambio, existe una gama más amplia, como mujer busca la parte sentimental más que la física, una cosa lleva a la otra; para el hombre no, en su mayoría, buscan satisfacer placeres y deseos meramente desde la carne, desde el erotismo, desde la necesidad de marcar un territorio y obtener un trofeo que sea parte de su colección.
¿Si cambiáramos los parámetros del mercado, cambiaríamos la mentalidad del homosexual?
Seguramente la respuesta inmediata sería no, porque no es precisamente que la mercadotecnia tenga toda la culpa, muchas veces desde la formación en casa se acuerdan esos parámetros a cumplir, entre más guapo sea el homosexual mayor oportunidad tendrá de conseguir algo que le plazca, sin embargo, para la mayoría de estos hombres, tanto los que son el “producto” como es el “consumidor”, la mayor parte de las veces se quedan igual de vacíos, porque una cara bonita y un cuerpo exquisito no es razón de que éste piense. De ahí la respuesta a que es más estable una pareja de mujeres homosexuales que de hombres. La mujer tiende a elegir, desde su gusto como un todo, mientras que el hombre tiende a seleccionar desde una fascinación por poseer lo inalcanzable para muchos.
En la homosexualidad masculina, así como en la heterosexualidad el hombre juega un papel de poder, busca ser más que el otro, tener más que el otro, no es por una orientación sexual sino por una condición cultural que nos ha sido prácticamente impuesta. El hombre como hombre tiende a colgar trofeos que hagan alarde de su virilidad, que no por ello quiere decir que sean mejores en la cama, simplemente han podido sumar un número mayor de “productos” a su lista de consumo diario.
El cuerpo erótico pertenece a todo tipo de hombre y de mujer, desde la mujer gorda, fea, baja en estatura, hasta en el hombre gordo, feo, bajo en estatura. La idea central no está en formar parte de este prototipo sino de saber elegir a quien se desea tener en la vida, no por la buena combinación que tendrá con los muebles, sino por el hecho de ser la persona y el ser humano que se ha buscado en la vida.
Hombres y mujeres son eróticos simplemente por tener cuerpo, el que sea, por sentir el deseo y la pasión, por buscar satisfacer los instintos más primitivos que los hacen ser. El erotismo está en la manera de comportarse, de seducir, de actuar en la mesa y en la cama, frente a un grupo de personas o a solas.
El erotismo no es la falsedad de la mercadotecnia, sino la libertad que cada uno vive a partir de sus experiencias. Si comenzamos a hacer campaña en pro del erotismo masculino y femenino en todos sus tipos de gente, comenzaremos a poder disfrutar de las delicias del placer que brinda el sexo en todas sus presentaciones, y entonces, sólo entonces, habrá más estabilidad en parejas homosexuales y heterosexuales.
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