A menudo la gente cree estar enamorada de otra persona, intenta, bajo todas las formas, acercarse, y ser parte de lo que el otro busca; intentan seducir con voces románticas, con detalles cursis y acciones extraordinarias; pero de pronto todo se esfuma y desaparece el sentimiento de amor, y se convierte en las penas amargas del alma.
El romanticismo es la exaltación de los sentimientos en todos los sentidos, tanto puede ser el amor como el odio, como la ira, la pasión, etc., Una persona romántica es aquélla que sabe demostrar el sentimiento y lo vive, cualquiera que éste sea, a través de infinitos mecanismos, no por nada el “enamorado” intenta de todas las formas posibles demostrar ese romanticismo para enamorar al otro; sin embargo, no siempre resulta como se desea. Por más intentos que éste haga no habrá poder humano que el otro seda si no está enamorado también de la misma persona.
Es común que la gente diga estar enamorada de tal o cual hombre o mujer, cuando este tal hombre o mujer ni siquiera los hace en su vida, el término correcto debiera ser ILUSIONADO, porque crea en su mente una ilusión de poder alcanzar bajo cualquier circunstancia lo que desea. Para estar enamorado es necesario que exista una reciprocidad de amor entre ambas personas. De ser lo contrario entonces debiéramos emplear la palabra ilusionado.
Para el amor no hay distinción de credos, razas, preferencias sexuales, condiciones físicas o situaciones socioeconómicas, cuando el romántico emplea su mejor arte para enamorar no toma en cuenta los defectos sino la libertad de poder estar con la persona que ama o bien, pretende amar.
En las relaciones amorosas es muy común que al primer contacto físico le llamen amor, y quizá de acuerdo a cada una de las subjetividades de los individuos lo sea; sin embargo, muchas de estas relaciones “erróneas” terminan mal, con la amargura arrastrada por la calle que se nota desde que se levanta y va al trabajo o a la escuela.
Tanto el amor como el desamor es muy fácil de evidenciarlo a partir de la personalidad, en la forma de actuar, de hablar, de pensar, de sonreír o de verle siempre triste.
Para enamorar a alguien se necesita ser bastante habilidoso, es poder conocer a la otra persona para buscar y encontrar estrategias que sepa va a lo seguro, desde saber qué música le gusta, cuál es su comida predilecta, cuáles son sus pasatiempos, etc., aquél que enamora tiene el mejor de los triunfos porque sabe obtener lo que desea.
Muchas veces la persona a la que se quiere enamorar se aprovecha de lo que el ilusionado hace y deshace por él o ella, es más que evidente, la necesidad que el mundo tiene por ser el centro de atención de otros, y más cuando el ilusionado hace hasta lo imposible; pero cuando la persona en conquistar decide irse con otro y otra, el ilusionado pierde la fe, se desmorona y terminan odiando lo que un día creyó amar, así es el romanticismo, pasar de un sentimiento a otro con el mismo fervor. Muchas veces se culpa a la personas que estuvo siempre recibiendo todo lo que el ilusionado daba, pero en realidad no tiene nada de culpa, el único que debe asumir la responsabilidad de ganar o perder es el ilusionado mismo, el otro simplemente disfruto de todos los detalles y las cosas lindas que lo hacían estar en el lugar correcto a la hora correcta.
Para obtener mejore resultados no hay como conocer a la persona, saber qué es lo que busca, lo que desea, sin dobles discursos. Hombres y mujeres emplean a menudo esos dobles discursos, el problema no es que los utilicen sino el que el otro, el ilusionado no sepa entenderlos, pero hay un pequeño grave problema, que después de tantos discursos armados, termina por creer que todo es un doble discurso que cuando llega el verdadero ya es difícil de creer.
Existen los discursos como:
1. No, yo busco algo serio, algo formal.
Si esto te lo dice y al poco tiempo le sorprendes con otra persona lo que realmente quiso decir fue:
NO busco nada contigo, busco algo formal pero NO contigo.
2. Eres demasiado bueno y yo no estoy a tu nivel.
Lo que realmente quiso decir fue:
No me interesas, me pareces tan aburrido que perdería mi tiempo.
3. Dejemos que el tiempo decida lo que será de nosotros.
Y de pronto le ves con otra persona, en verdad dijo eso, dejará que el tiempo decida, pero lo que realmente quiso decir fue:
Tengo prioridades, si no me funciona tú sigues en la lista.
4. Yo no busco sólo sexo, o un rato de pasión, busco el amor.
Y claro, le ves contra la pared de un antro buscando la esencia de la pasión en los besos y brazos de otra persona, lo que realmente quiso decir fue:
NO me atraes para nada, no eres mi tipo.
La gente se maneja mucho en un doble discurso porque los hace ampararse y poder decir ante cualquier reclamo: Yo no quise decir eso... El problema es que la gente que sí es honesta y que sí utiliza realmente su discurso verdadero al cabo del tiempo ya no es creíble, no conciben la idea que alguien pueda tener un discurso verdadero cuando la mayor parte del tiempo ha escuchado y vivido todo lo contrario. Considero que el uso de un doble discurso está directamente ligado a la inseguridad, por ese no saber qué es lo que realmente se desea en la vida, en el momento, en el tiempo. Dentro de la homosexualidad es muy común que este tipo de discursos exista, sobre todo por la inseguridad social que existe para poder hacer lo que desea, para poder llegar a donde quieren. “Si no me comprometo no tengo nada que perder”, ven el compromiso como algo escabroso que los encierra y aniquila a su personalidad.
El enamorarse va más allá de un deseo, es un todo, es el querer buscar lo mejor para la otra persona, darle los momentos más felices y los detalles más auténticos; el amor no cuesta, basta con hacer sentir bien a la persona cada vez que se está con ella, es pensar en dejar las mejores memorias y hacer lo posible porque el tiempo transcurra lento y transcurra seguro. Esta es una visión romántica, la que comúnmente ya no se conoce, ya no se ve; y no es estar chapado a la antigua, es más bien, estar seguro de hacer las cosas correctas para que tenga una durabilidad satisfecha.
Si la gente piensa que los poemas, las flores, los detalles simples son cursilerías, seguramente son gente sin cultura, no por ello no habría que enamorarlos, al contrario, sería la cosa más fácil, bastará con dedicarles una canción Madonna, Lady Gaga, de Paulina Rubio o Thalia; regalarle un libro de Paolo Cohelo o Cuauhtémoc Sánchez, o invitarlos a comer a Applebees, Starbucks o Sanborns. El romanticismo va de acuerdo al coeficiente intelectual y a la cultura general del otro.
Como quiera que sea, mientras el discurso sea claro y directo la relación sentimental podrá ser fructífera, o bien, dará pauta para seguir en la eterna búsqueda del alma gemela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario